23/2/11





Cuando alguien te decepciona, no sentís ni histeria, ni mal humor. No te dan ganas de pegarle ni de tirarle un cenicero por la cabeza. Ni siquiera ganas de hacerle lo mismo. Te dan ganas de llorar, de gritar y la típica pregunta: ¿Por qué me hizo esto? Porque quizó, porque le diste lugar para que te haga mierda. ¿Querés saber por qué? Por boluda, porque creíste que con vos podía ser distinto. Porque por primera vez de las novecientas veces que estuvieron, él iba a cambiar. Porque el verso que te comiste antes de estar con él, te pareció realmente convincente. Pero, ¿qué pasa? A él no le pasaba nada más que una linda calentura mientras vos, pedazo de pelotuda, te enamoraste.